Hay muchos modos de acercarse a la Catedral de Mallorca (la Seu), pero ninguno tan inolvidable como visitar las terrazas de la Catedral de Mallorca y ascender por su columna vertebral de piedra. Entre abril y octubre, el templo abre este laberinto de pasarelas, escalerillas medievales y contrafuertes que regalan la postal más fascinante del casco antiguo: el tapiz de tejados árabes, la bahía y la Serra de Tramuntana se funden a la perfección con el gran rosetón y las gárgolas, que tendrás a apenas unos centímetros de tus ojos.
- Duración: 40 – 45 minutos, en grupos guiados.
- Visita las terrazas de la Catedral de Mallorca: Puerta de la Almoina; haz tu reserva en este link porque las plazas son muy limitadas.
- Altura: unos 48 m sobre el mar; hay 215 escalones, así que lleva calzado cómodo.
- Imprescindible: detenerte junto al ojo del gótico (el mayor rosetón de su estilo) y asomarte al contrafuerte que mira al Parc de la Mar: la vista es de película.
- Precio: Las entradas generales cuestan 25 euros y para residentes 8 euros.
Cuando las piernas empiecen a pedir tregua, la escapada continúa con un pequeño giro gastronómico. A menos de diez minutos a pie encontrarás dos paradas con acento vasco que combinan a la perfección con el aroma salino y la piedra dorada del paseo.
1. Sukalde: el toque creativo
Carrer del Forn de la Glòria, 5 – dentro de Puro Grand Hotel
El nuevo templo de la cocina vasca contemporánea en Palma. Bajo un interiorismo minimalista y luminoso, el equipo de Grupo La Vasca reinterpreta los sabores del Cantábrico con producto local: antxoas 00 sobre tostas de cristal, buñuelos de queso Idiazabal con confitura de tomate, o un arroz meloso de pulpo y gambas que mezcla mar de aquí y recetario de allí. Todo se acompaña con una carta de vinos que equilibra txakolís frescos y etiquetas mallorquinas.
Perfecto si buscas una comida pausada, elegante y con el punto justo de creatividad.

2. La Vasca: tradición sin filtros
Carrer de Bonaire, 19.
El local donde empezó todo para el grupo en 2018: un comedor cálido, barra repleta de pintxos y ese olor inconfundible de parrilla. Aquí manda la tradición: croquetas de txipirón, rabowich (mini-sándwich de rabo de buey), txuleta vasca de 500 g o bacalao al pil-pil. Su carta de vinos honra la península, pero siempre deja hueco para caldos de la isla.
Ideal si te apetece el ambiente distendido de una taberna donostiarra sin salir del casco histórico.

Cómo encajar la jornada
- 09:30 h Café rápido y paseíto hasta la Seu.
- 10:00 h Subida a las terrazas (entrada con reserva previa).
- 11:00 h Descenso, fotos en el Parc de la Mar.
- 11:30 h Ruta tranquila por los patios góticos y las callejuelas.
- 13:30 h Almuerzo en Sukalde o La Vasca (según tu antojo).
Palma cabe en un día, pero caben muchas Palmas distintas: la que se contempla desde lo alto de sus contrafuertes y la que se saborea a la mesa con una copa que chispea. Combínalas y el recuerdo permanecerá tan nítido como las vidrieras cuando el sol del Mediterráneo las atraviesa.